martes, 28 de enero de 2014

Tsukinoura: siguiendo el camino del samurái

Interescena
Por: Paola Zamora

Cuando uno piensa en Japón lo primero que te llega a la mente son todos esos prejuicios e ideas vagas que se tienen sobre este país, uno nunca se pone a pensar en la música tradicional o en las canciones populares.

Como mexicano, uno tiene arraigada la idea de que la música debe ser muy alegre, en mi opinión creo que el poco conocimiento que tenemos sobre ésta es que la relacionamos con sonidos de gran fuerza o a lo mejor nostálgicos, pero muy alegre que digamos no nos parece. Un ejemplo puede ser espectáculo que ofrece el grupo Tsukinoaura, el cual refleja un choque cultural que a más de uno le cuesta asimilarlo.


Este grupo japonés se presentó el pasado domingo 26 de enero en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, el concierto se organizó como parte de las actividades por los 400 años de la Misión Hasekura, una historia muy particular que data del 28 de octubre de 1613, cuando el barco San Juan Bautista zarpó desde el puerto de Tohoku, llevando a bordo más de 180 tripulantes, encabezados por el samurái Tsunenaga Hasekura y el fraile franciscano Luis Sotelo; suceso histórico registrado como la primera misión diplomática de Japón hacia el Nuevo Mundo y Europa.

Durante el concierto, Tsukinoaura presentó música tradicional de Tohoku, interpretando canciones regionales llamadas Minyo, las cuales como explicó el traductor, tienen un significado muy especial para la tradición japonesa, se entonan desde la antigüedad hasta la fecha, cuando se trabaja, se celebra o se desea longevidad. Las canciones tenían notas que hacían alegorías a la diversión, la dificultad de la vida y con un sentido de melancolía recordaban la tristeza de la gente del pasado.


El estilo de la canciones que interpreta Tsukinoura, denota sonidos que remontan a la naturaleza, a los paisajes japoneses, a los ríos, mares y montañas que se dibujan en este país milenario.

A través de su música también se puedo observar el gran respeto que los integrantes tienen por sus instrumentos –tambores, flautas e instrumentos de cuerda japonéses– y más por el significado que conllevan; la sonoridad que de ellos emana se escucha como historias legendarias que hablan de costumbres, vivencias y sentimientos.

Se trató de una velada de más de una hora donde la audiencia, que en su mayoría eran de descendencia japonesa, apreciaba con entusiasmo la música. El concierto inició con los músicos desfilando entre los asistentes, se escuchaba una suave melodía; después de esta primera interpretación.


Cuando los músicos llegaron al escenario, el traductor hizo la presentación de Jin-ichi Hiranuma, director del ensamble y de los integrantes de Tsukinoura: Yoshiyuki Shichiku (flautas shakuhachi, noh kan y shinobue), Shiho (shamisen –instrumento de cuerdas–), Akihiro Sato, Tomofumi Tagawa y Ryosuke Yokoyama (taiko –tambor–), todos ellos jóvenes muy entusiastas que denotaban la alegría y el orgullo de poder compartir algo de su cultura con un país totalmente diferente al suyo, para ellos esta era su primera vez en México.

Uno a uno de los integrantes, que se veían muy agradecidos por el recibimiento, asombraron a los asistentes con su gran talento en el dominio de los diferentes instrumentos tradicionales. Fue una noche donde dos culturas se vieron entrelazadas y sobre todo se disfrutó de la historia y originalidad de los músicos.


Por momentos, el ritmo, la melodía y la voz de la cantante, nos era extraño, ajeno, muy lejano a nuestras costumbres musicales, es ahí cuando el pacto entre estas dos naciones –Japón y México– se tornó difuso y sólo la imaginación y el sentido musical nos llevó a identificarnos y viajar por esas lejanas culturas.

Esta presentación de este quinteto dirigido por Jin-ichi Hiranuma, y su propuesta de música japonesa tradicional y contemporánea nos ofreció un enfoque diferente, un estilo que aun cuando nos era un poco difícil de comprender, nos permitió viajar por culturas lejanas y darnos cuenta que a veces no estamos tan distantes de poder compartir aquello que nos hace únicos y diferentes del resto del mundo.

Fue así que en la parte final del concierto de Tsukinoura, los músicos se dieron a la tarea de realizar solos de sus instrumentos, así como de dirigir algunas palabras en español y pedir a los asistentes que entonaran con ellos una de las canciones más populares y alegres de la región. Entre aplausos y gritos el grupo se despidió de esta primera función.


Tsukinoura continuará sus presentaciones en Acapulco, Cuernavaca, Puebla, Veracruz y la Ciudad de México, puntos por las cuales transitó la expedición hace cuatro siglos.

Reiteramos que gracias a estos esfuerzos podemos conocer y entrar en contacto con culturas y costumbres que son diferentes a las nuestras, para así dar paso a un espacio de aceptación, comprensión y sobre todo de empatía para poder entender lo que nos es ajeno. Presentaciones así fusionan cultura e historia y a partir de la música promueven la multiculturalidad y diversidad latente en la Ciudad de México, también la identifican como un destino artístico que apoya las diferentes manifestaciones culturales y musicales de todo el mundo.

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