En el centro de la ciudad de México hay un cruce entre la calle de Madero y el eje central en donde puedes toparte prácticamente con cualquier personaje, desde el capitán América, hasta monstruos espaciales o espectros de la noche, lo que tampoco podía faltar es un cosplay de
Hatsune Miku.
Nuestra ciudad de México es una gran ciudad llena de ideas, gente y muchas, muchas cosas, el centro de la ciudad es el corazón de este gran país y en su enorme diversidad no podía faltar un espacio dedicado solo a aquellos que viven, aman, respiran y sienten constantemente la otakuzidad brotando por sus poros.
Así pues desde hace ya un tiempo atrás se escuchaba desde el centro de la ciudad un lugar especial que pedía a gritos ser reconocida y además visitada: la Pikashop.
Pikashop no es una tienda, es algo más, en realidad es un concepto y un proyecto que vive y respira. Cuando logras sortear los tumultos de gente que se dirigen al Zócalo de la ciudad, al Palacio de Minería, Bellas Artes o a la torre Latinoamericana puedes toparte con una escena que a mi no deja de sorprenderme y brindarme una experiencia por demás divertida.
Cuando llegas al CentroCel Latino sientes por un segundo que te topaste con uno más de los edificios viejos del centro histórico que quedó completamente vacío de su historia y linaje para ser rellenado como pavo de navidad con micro-cubículos adaptados para dar sustento a la prole de Chip Torres y sus negocios “tecnológicos”. Ahí pues entre las luces blancas, los cientos de cables y fundas de celulares y el incesante canto de: qué buscabas, pásale, aquí tengo el programa que querías, llegas al umbral de una experiencia extraña y divertida al mismo tiempo.
El olor a garnacha y arroz frito te orientan para saber que estas cambiando de dimensión, que los celulares y los chips de memoria están quedando atrás, comienzan a surgir los monitores “arcade” y las tarjetas en los aparadores ganan terreno ante los “Smartphones”.
Mientras avanzaba hacia lo que no podía ser descrito sino como una “sala de duelos” no tuve ya otra opción que voltear a mi lado y decir: Toto, creo que ya no estamos en Kansas.
Pero Toto me había abandonado, mis tenis rojos tampoco habían venido, no había forma de dar marcha atrás y regresar a casa con pensamientos felices. Todas las tiendas de tarjetas que pudieron caber en un mismo piso, literal, todas, rodean un pequeño espacio abierto en donde hay unas cuantas mesas, o por lo menos eso parece, pues constantemente están ocupadas por quienes desafían los misterios del universo y combaten en duelos épicos utilizando todo tipo de tarjetas para jugar. Mucha mercancía y muchas tarjetas, raras, épicas, ultra raras y muchos aditamentos que se relacionan con el mundo de las tarjetas coleccionables, los típicos “expertos” presumiendo sus carpetas y tratando de hacer negocios o trueques, pero esto es tan solo el comienzo.
Finalmente llego a mi destino, las famosas escaleras que te llevan un poquito más cerca del cielo, siempre me genera curiosidad esas escaleras eléctricas que tan solo comunican un piso y en una sola dirección. Pero por fin al subir por esas escaleras… o mejor dicho, cuando las escaleras me subieron a mi… ahí está, el aviso de que has llegado al nido: Bienvenidos a la Pikashop.
En tres pisos más te puedes topar con mercancía muy variada, desde pockys de sabores, galletas de panditas con chocolate, refrescos de coco, uvas o lychee provenientes de Corea o de Japón hasta coleccionables espectaculares como una Ultimate Madoka ahí haciéndole ojitos a toda coleccionista que desea tenerla como la espectacular joya de la corona.
Además algo que particularmente disfruto es el espacio, si bien es cierto, que es bastante reducido y en un apocalipsis zombie es el último lugar en el que quisiera estar… a menos que quisiera comprar el manual de cómo sobrevivir el apocalipsis zombie… pero bueno, el punto es que es un espacio cómodo, agradable y sobre todo, en donde se puede pasar uno un buen rato, por no decir un día entero sumergido en la otakuzidad. Además de tiendas de coleccionables, videos originales de música y conciertos, playeras, mochilas, disfraces. También hay un local en donde te pueden hacer el peinado que quieras y salir con tu estilo Saiyajin y cuando dices: quiero que me dejes las greñas como de Vegeta o Goku, saben de qué estas hablando. Te puedes pintar el cabello de colores (claro, previa autorización de tus papás o tutores, si claro) pero también puedes tomar clases de dibujo o animación en la escuela que se encuentra dentro de este lugar.
¿Mencioné que son cinco pisos? No solamente hay espacio para una escuela de animación, también hay un maid café lo cual provoca que constantemente te topes en los pasillos con las lindas meseras que llevan su comida a los locatarios que no pueden dejar ni un segundo sin atender su changarro así que seguramente tendrás la fortuna de tropezarte con una chica con orejas de gatito llevando una orden de onigiris o té.
Por si fuera poco, puedes encontrar diferentes libros, mangas, juegos, peluches y un espacio en el piso mas alto en donde se organiza desde la reta en Street Fighter II hasta ensayos de coreografías y cosplay para las expos venideras.
Ciertamente como dije en un principio, Pikashop es un proyecto, está creciendo, por supuesto que hay algunos elementos precarios, algunas zonas todavía tienen espacios disponibles para que pongas ahí tu negocio, sobre todo si está relacionado con el mundo del anime y los videojuegos, hay paredes sin pintar y otras en proceso de convertirse en verdaderas obras de arte, encuentras el fabuloso pasillo del arrimón mientras subes las escaleras y hay un elevador que siempre es insuficiente, pero se vale soñar, soñar con que los proyectos un día dejaran de ser proyectos, con que no tendrás que recorrer un largo camino cruzando toda la ciudad para poder encontrar un manga decente.
Pero por ahora, el resultado es interesante, el espacio como dije, es suficiente, un lugar donde puedes estar todo el día usando nekomimi y nadie te mirará extraño, un lugar donde puedes estar en el piso retando a tu mejor amigo con un “deck” de Yu-gui-oh y nadie te va a mandar a hacer la tarea y un lugar en donde invariablemente debo medir la cantidad de dinero que llevo porque siempre termino gastándomelo todo, pero hasta eso es emocionante porque entonces, me veo obligado a salir y tomar el trolebús de 4 pesos para regresar a casa. Por eso me encanta, esta ciudad Otaku. Y bueno, yo solo dejo una pregunta al aire, la escuelita de diseño, debería tener cosplay… digo, uniforme. 😀