viernes, 8 de febrero de 2013

Especial – Esencia del Té (Parte 3 de 3)


¿Cómo los japoneses han convertido el simple hecho de “tomar té” en una ceremonia y la han perfeccionado como un arte integral?

Ceremonia del Té: La Cultura del té en Japón

El té es una bebida procedente de China. Existen varias versiones para determinar la época en que los japoneses lo conocieron por primera vez, pero se considera que las misiones oficiales japonesas a la antigua China (Dinastía Tang) entre los siglos VII y IX llevaron el té como una apreciada medicina. La cultura del té como bebida se hace esperar hasta el siglo XII cuando el monje budista Yosai, que había aprendido Zen Rinzai en China, volvió a Japón con diversas variedades de té y la nueva forma de tomarlo en aquella época.


El té, que al principio de bebía en las reuniones de los templos de la escuela Zen, donde se encontraba con la gran cultura china, iba haciéndose famoso entre los soldados y convirtiéndose en su bebida favorita. La nueva bebida llamada “cha” y el nuevo budismo llamado “Zen” les cayeron como anillo al dedo a los soldados, quienes habían sustituido a la clase aristócrata y se convirtieron en los nuevos gobernantes del país, y estos dos nuevos elementos culturales fueron muy apreciados y trajeron del continente chino aires renovados a Japón.


Años más tarde se pusieron de moda entre la clase alta de Kioto el juego de adivinar cuál era la variedad del té que acababan de beber y se celebraban majestuosas reuniones con té envueltas de lujosos objetos de origen chino. En este contexto se crearon las reglas del juego, es decir, cómo preparar té, como beberlo, como decorar el espacio donde beberlo, etc., de esta forma nació la ceremonia del té mucho más allá del simple acto de tomarlo.

Sin embargo cuando la guerra llamada “Guerra Civil de Onin” a mediados del siglo XV y la ciudad de Kioto quedó prácticamente destruida, nació la cultura del té sobrio llamada “wabi-cha” que enfatiza el espiritualismo basado en la doctrina del Zen, por que tal vez la gente que vivía en constante contacto con la muerte por la guerra y el placer de vivir a la vez, sentía la necesidad de tener bellos momentos para encontrarse con otras personas en armonía con los objetos en un ambiente tranquilo y sencillo [llamado “wabi (tranquilidad)” y “sabi (sobriedad)”]. Aquí cambiaron los valores, ya que en vez de pensar negativamente sobre lo “efímero de la vida”, “la falta de algo o lo incompleto”, influenciados por la crueldad de la guerra, la gente encontró y aprendió a apreciar una gran belleza en la austeridad de los espacios.

La ceremonia del té perfeccionada por Sen Rikyu

Tras la destrucción de la ciudad de Kioto en la guerra civil Onin, quienes mantuvieron intacta la ceremonia del té fueron los comerciantes ricos de las ciudades prósperas como Osaka y Sakai. Ellos se relacionaron con la clase política de los poderosos samuráis, quienes por su parte utilizaron la ceremonia para desarrollar sus estrategias políticas. Sen Rikyu ejerció los conocimientos como maestro de la ceremonia del té para los poderosos de aquel entonces, Oda Nobunaga y Toyotomi Hideyoshi, perfeccionándola como arte integral e influyó incluso en la política y la economía.


La ceremonia del té en la actualidad

Ahora, el mundo del té atraviesa por momentos de cambio, pareciera que cada vez hay más gente que quiere involucrarse en la ceremonia, no con el pensamiento formado en las últimas décadas de que la ceremonia es una práctica que aprender, sino puramente para disfrutarla como arte y cultura, al igual que en la época de Rikyu.

En todas partes del mundo existe la costumbre de beber té, sin embargo, la ceremonia del té no es un simple acto de beberlo. Es la cultura de servir a la gente, es preparar un espacio para alguien que no eres tú mismo, es acudir a los cinco sentidos de ese alguien poniéndole un máximo cuidado en la comida, la ropa y la vivienda, amenizada con los elementos de la estación y nuestros gustos. Es la belleza del “tiempo y el espacio” generada no por la apariencia lujosa, sino por la exquisita combinación de todos los elementos involucrados bajo el más puro sentido estético. El valor de la ceremonia del té está precisamente en esa belleza invisible que siente una persona frente a la otra.


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