martes, 22 de abril de 2014

Takane Kochihira en CDMX


Llevando la música de Okinawa a los rincones del mundo

El pasado 17, 18 y 19 de abril se presentó en el restaurante Daikoku al sur de la Ciudad de México el músico y compositor Takane Kochihira (東風平高根), quien ofreció a los presentes una grata velada mediante los acordes de su sanshin, el instrumento tradicional de su natal Okinawa.


Takane Kochihira nació en Naha, Okinawa, en 1970 y debutó profesionalmente con el dúo Kochi (東風) en 2004. En 2009, Kochihira decidió continuar como solista, contando hasta la fecha con 3 álbumes de estudio. Desde el 2011, está embarcado en una gira constante por Japón y alrededor del mundo, gira que planea coronar con una gran presentación en el legendario Nippon Budokan de Tokio.

Al final de su primera presentación, tuve la oportunidad de sentarme con él para realizar la siguiente entrevista:

— ¿Cómo comenzó tu interés por la música?
— Mi abuela fue maestra de Koto y mi madre fue maestra de piano, así que por naturaleza o "destino" fue que terminé dentro de la música.

— ¿A qué edad comenzaste a tocar el sanshin?
— Mi abuelo tocaba el sanshin, así que desde que recuerdo, yo también lo tocaba... pero cuando era pequeño no me gustaba practicar, sólo me la pasaba jugando. Me mudé de Okinawa a Tokio porque quería convertirme en cantante, pero un día pensé: "me gustaría volver a tocar el sanshin".

— Pero entonces, ¿en qué momento decidiste que querías vivir de la música?
— Alrededor de los 19 años. En realidad, en un principio mi objetivo era ser médico. Pero los médicos sólo pueden curar a las personas enfermas, ¿no es así? Yo quise curar, mediante emociones, a todas las personas a través del canto.

—  Cuando llegaste a Tokio, ¿cómo fue la experiencia de comenzar a vivir como músico?
—  Fue muy difícil, no tenía dinero. Los primeros 10 años no pasé el examen de admisión en ninguna compañía. Pero quería convertirme en cantautor, es decir, escribir mis propias canciones y transmitir mi propio mensaje.

Miyuki (piano) y Take Nakamura (sanshin) acompañaron a Kochihira-san en la interpretación de "Inochi dou Takara" (La vida es un tesoro).

— ¿Desde el principio tocaste al estilo de Okinawa?
— No. Comencé tocando la guitarra y el piano. Pero mis raíces están en Okinawa. Entonces resultó más sencillo transmitir mi mensaje a través de mi cultura. Creo que para transmitir bien las emociones, las raíces son muy importantes.

— Escuché que antes estuviste en un dúo llamado Kochi pero, ¿qué tipo de agrupación era?
Kochi se formó en un momento en que yo trabajaba como instructor de voz en una escuela de música y estaba formada por varias personas (pianista, baterista, etc.) y lo hacíamos sólo por diversión, para pasar el tiempo. Pero un día, una compañía de discos escuchó una canción nuestra y le gustó tanto que quiso contratarnos. Sin embargo, llegado el momento y debido a sus ocupaciones, los demás miembros se retiraron y sólo quedamos la vocalista y yo. Duramos 5 años y yo componía todas las canciones, pero no me sentía a gusto.

— Desde tu debut como solista has viajado por muchos países. ¿Qué opinas acerca de que, sin importar el idioma y estés donde estés, la gente guste de tu música?
— Existe un dicho que reza: "la música no tiene fronteras". Quiero comprobar si eso es realmente posible y actualmente estoy en ese proceso. Constantemente me pregunto:  "¿cómo puedo lograr que los sentimientos se conecten a pesar del idioma? Por supuesto, en donde la gente habla japonés es más sencillo transmitir esos sentimientos, pero en donde no, me pregunto cómo puedo hacer feliz a la gente sólo mediante la música.

La gente pudo disfrutar tanto de temas tradicionales de Okinawa, como Asadoya Yunta, como de temas originales del propio Kochihira, como Omoi Uta~Umai Uta.

— ¿De que se trata el proyecto llamado "Road to the BDK" (Camino hacía el Budokan)?
—  El Budokan es un lugar al que le caben 10 mil asistentes y es como la Tierra Prometida. Tocar ahí por primera vez es el sueño de todo músico japonés. Soy una persona propositiva. Si no me propongo algo, siento que voy decayendo. Así que me dije: "voy a tocar en el Budokan frente a 10 mil personas en el 2016". Es un plan a 5 años. Mi gran sueño es viajar alrededor el mundo durante ese tiempo, estudiar los países que visite y reunir a gente de todo el mundo en ese concierto. Si consigo que muchas personas vengan a apoyarme, no sólo de Japón, sino también de los países a los que haya ido, podré decir que mi vida musical ha tenido éxito.

— ¿Y ya tienes pensado en qué harás después de eso?
— Budokan es mi sueño, pero pienso que también puede ser el inicio de algo nuevo.

— Mientras tocabas, noté que ponías mucho énfasis en que las personas repitieran "¡Ha-i-ya!", ¿qué significa esta frase?
— Originalmente proviene del Eisa, un baile tradicional de Okinawa en la época del Bon (Festival de las almas, similar al Día de Muertos mexicano). Todos los bailarines la repiten y significa algo así como "¡que nuestros corazones sean uno mismo!". Cuando el líder dice "I-ya-sa-sa" y todos contestan "Ha-i-ya" al mismo tiempo, el baile y el sentimiento cobran más fuerza. Si cada quien dijera "Ha-i-ya" cuando le de la gana, estaría mal. Pero como todos dicen "Ha-i-ya" al mismo tiempo, es bueno. (risas)

A su segunda presentación acudieron muchas personas de la comunidad mexicano-japonesa de 1ª, 2ª, 3ª y hasta 4ª generación

— Has viajado por muchos países compartiendo la cultura de Okinawa pero, ¿qué dirías que has recibido a cambio?
— He recibido muchísimas cosas, pues en cada país la cultura o la religión son totalmente diferentes. Me he sorprendido mucho. Por ello, comprendí por primera vez que, lo que he aprendido y la forma de pensar a la que estoy acostumbrado en Japón, no es necesariamente la misma en el resto del mundo. No existe un estándar. Eso sólo puede aprenderse saliendo de Japón.

Sin embargo, he descubierto algo durante mis presentaciones: en todo el mundo, a la gente le gusta cantar y bailar. Por eso siempre invito al público a bailar. Por supuesto, hay países donde la gente es tímida y no se anima, pero también hay lugares donde la gente se divierte mucho. Es diferente en cada país y encuentro eso muy interesante.

Una cosa más es que, a donde quiera que vaya, siempre encuentro japoneses. Personas que se han asentado ahí con esfuerzo, sin conocer la cultura o el idioma y que han decidido tener hijos. Me pregunto si yo sería capaz de hacer lo mismo e intento tomar algo de su fuerza.

— Finalmente, ¿cuál dirías que es la característica esencial de la música de Okinawa? ¿Qué es lo que la hace tan particular?
— Hace 70 años Okinawa fue alcanzada por  la Segunda Guerra Mundial y una cuarta parte de su población falleció. De hecho, yo perdí a mis abuelos en esa guerra. Todos comparten la misma tristeza. Pero también somos un pueblo feliz que vive cerca del mar. La música de Okinawa tiene dos extremos distintos: música feliz del tipo "i-ya-sa-sa / ha-i-ya" y música donde se resalta el valor e importancia de la vida. Una característica importante de la música de Okinawa es que se mueve entre esos dos extremos para transmitir su mensaje.



Sitio oficial de Takane Kochihira.

Agradezco a Shinpei Nakamura por auxiliarme como traductor durante la entrevista y al resto de la familia Nakamura — particularmente a Miyuki-san — por hacer posible la realización de la misma. Fotos: Tommy Kitamura.

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