Por: Betsy Constantino
Simplemente maravilloso y magnifico. Mil colores en el aire llenaron el escenario del Teatro Metropolitan; el recinto estaba de gala pues era el momento de celebrar uno de los tratados internacionales en los que convergen México Y Corea del Sur: El MIKTA.
En esta ocasión, el platillo principal era la presentación del LIM HAK SUN DANCEWE, el cual trajo a tierra azteca lo más excelso en danza tradicional coreana, un espectáculo digno de admiración.
El pasado 16 de diciembre, la famosa coreógrafa Lim Hak Sun deleito a más de 3000 espectadores con su trabajo, el cual está en su mayoría influido por los rituales chamánicos coreanos, la filosofía oriental del confusianismo, conocida como Munmyoilmu, el Taeguk (principios del Ying y el Yang) y también elementos de un movimiento comenzado en los años 70, el cual buscaba innovar la danza y bailar desde el fondo de la esencia humana; es decir combinar lo tradicional con lo moderno para expresar su sentir ante la sociedad Corea del Sur.
Durante la ceremonia, se contó con la presencia del cuerpo diplomático de la embajada de Corea, así como del excelentísimo señor Embajador Chun Beeho, quien en su discurso mencionó que el motor de este tipo de festivales es exaltar el intercambio cultural que busca un entendimiento entre naciones, sobre todo entre las que conforman el acuerdo MIKTA (México, Corea del Sur, Indonesia, Turquía y Australia) además de una oportunidad de que en el futuro existan acuerdos que beneficien a todas las naciones y los conviertan en un bloque sólido.
El espectáculo estuvo constituido por cinco piezas magistrales, las cuales son parte de su historia como coreógrafa. El número de apertura llamado Hagmun, Estudio para la vida apropiada, estuvo basado en la historia de “Confucio” y sus enseñanzas, en éste se pudo observar la importancia de la historia para la danza tradicional coreana. Se caracterizó por movimientos suaves llenos de energía y sobretodo enfáticos en los instrumentos, que simulaban papiros sobre los cuales había grandes enseñanzas.
En el segundo Taegyengpu, El baile de la Paz, este baile es una representación de las cortes coreanas. Este número se caracterizó por los movimientos suaves y la expresión de los bailarines, lo cuales, se trasladaban con mucha gracia y alegría. Un elemento importante de la danza son los trajes tradicionales de la época Joseon.
Cheon-do fue una magnífica obra que combina en sí misma la vida y la muerte. Esta obra está basada en el chamanismo coreano y en la idea de que la muerte es un proceso natural de la vida.
Uno de los números más interesantes para la audiencia fue Pumba, este performance de danza contemporánea moderna rompió con lo tradicional de la muestra, demostrando lo sublime de mezcla entre lo tradicional y lo moderno, a partir de seguir los principios básicos de la danza universal.
El blanco y el negro le dieron un ambiente de elegancia e irreverencia con movimientos desenfrenados y llenos de fuerza, un momento inquietante durante la función.
Por último, se presentaron con Janggochum, el momento más energético y emotivo de la noche, era imposible no conmoverse con los trajes tradicionales y también con los estruendosos tambores que el ballet femenil tocaba con una sincronía exorbitante.
Un espectáculo digno de ver esta danza, remite a los rituales agrícolas del pueblo coreano, donde utilizaban el Janggo, tambor de reloj de arena.
Sin duda, la emoción, los colores, y los vaporosos movimientos y por supuesto, el trabajo de mutua cooperación, son un gran puente que no sólo logrará la unión y fortalecimiento de la relación entre México y Corea del Sur, sino que también dará pie a espectáculos de este nivel para todos los amantes de la cultura coreana.
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Y finalmente, te dejamos acá nuestra video-reseña para que la disfrutes:
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