La caligrafía es más que una simple práctica de escribir letras. Para las culturas que fueron influenciadas por China, es una disciplina que requiere dominar la mente y cuyo producto tiene una belleza que se ve no sólo con los ojos, sino también con el corazón. La caligrafía coreana no se exime de esto. Sus creadores trazan los pinceles no sólo mensajes alentadores, poemas o refranes. Con sus letras, dejan en el papel su espíritu, su carácter y sus emociones.
El origen de un arte
En la región del este asiático, la caligrafía como arte surgió en China. Se originó junto a la pintura y compartió las mismas herramientas: pincel y tinta. De hecho, la caligrafía tiene más tiempo de considerarse un arte mayor. No fue hasta la Dinastía Song que la pintura alcanzó el mismo estatus. La difusión del Budismo dio paso a la entrada de los caracteres chinos a Corea, los cuales, eventualmente, fueron adaptados en diversos métodos de escritura para el idioma coreano.
En Corea fue hasta el período de los Tres Reinos que este arte hizo aparición. El mismo fue perfeccionado en los períodos posteriores, siguiendo el estilo de los grandes maestros chinos. En el siglo XV, con en la dinastía Choseon, se creó el hangul y con ello el origen de la caligrafía cien por ciento coreana. Posterior a esto, aunque se siguió usando el hanja (caracteres chinos), se empezaron también a vislumbrar estilos propiamente coreanos.
Dos maestros
La caligrafía coreana tiene muchos grandes maestros, tanto de antaño como actuales, pero los dos citados a continuación tienen un papel especial en la historia: uno es reconocido como el primero y el otro por revolucionar este arte.
Kim Saeng
Era el calígrafo más distinguido del período de Silla, en el siglo VIII. Sus influencias son los maestros de la Dinastía Tang, e inclusive se dice que sus trabajos fueron confundidos en ocasiones con los de artistas chinos. En la actualidad, sólo se poseen grabados que se especula son suyos.
Kim Jeong-Hui
Fue uno de los calígrafos más famosos del período Joseon. Luego de su largo estudio de la tradición china y coreana, se distinguió por crear el estilo Chusa (homónimo de uno de sus nombres artísticos). Éste tenía fuerza, grosor y expresividad en cada uno de los trazos, hecho nunca antes visto.
Mungbangsawoo: Las herramientas
La caligrafía coreana tiene cuatro amigos inseparables e indispensables para la creación artística, que lleva por nombre “Munbangsawoo”, o cuatro tesoros del estudio. Estos son:
Papel: Normalmente se usa hanji, papel tradicional coreano hecho a base de morera. Ante la ausencia del mismo, puede usarse otro tipo de papeles capaces de absorber la tinta.
Pincel: De suavidad media, los pinceles de caligrafía deben ser gruesos y terminar en punta, para dar diferentes grosores o calidades a las líneas. Generalmente son hechos de bambú y pelo animal.
Tinta: Se utilizan barras de hollín vegetal comprimido. El artista puede manejar la densidad de la tinta según la proporción de agua y de pigmento utilizado, hecho que da diferente carácter a los trazos.
Piedra: Es un recipiente hecho de piedra no absorbente, de superficie rugosa, donde se deposita el agua y se gasta la barra de tinta.
La caligrafía llegó como una herencia cultural a Corea. Sin embargo, los artistas coreanos, con sus ansias de conocimiento e innovación, crearon matices propios. Sus posibilidades se multiplicaron ante la creación del hangul y se intensificaron con el sentimiento nacionalista derivado de la independencia, lo cual los impulsaba a crear expresiones cada vez más propias.
Sumado al estudio del idioma, los que amamos la cultura coreana pueden complementar su crecimiento con el estudio de la caligrafía. Con ella es posible articular mensajes hermosos en estética y contenido. A su vez, constituyen un ejercicio que apacigua y educa a la mente.
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